LA ISLA DE VALDECAÑAS, UNA VICTORIA ABSURDA
Regresa a la actualidad la situación de la urbanización de la Isla de Valdecañas, a raíz del informe realizado por la Estación Biológica de Doñana, que servirá según parece, para que el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura decida si se ejecuta la sentencia de demolición o no.
¿Qué repercusiones tendría una demolición de todo lo construido en las 133 hectáreas de la isla de Valdecañas?
Una primera sobre la que no cabe duda, es que la isla volvería ser un erial, que es posible o no, utilizase algún ave para posarse a descansar, pues ni siquiera hay datos de que fuese un lugar de nidificación antes del desarrollo urbanístico.
La segunda es que el coste de la demolición alguien tendría que pagarlo, quizás el erario público, es decir nosotros.
La tercera es que las indemnizaciones a los propietarios, con todos los permisos en regla, también habría que pagarlas. Otra vez nosotros.
La cuarta es que los pueblos del entorno tendrían una abultada minoración de los ingresos por impuestos a los nuevos residentes.
La quinta es la perdida de empleo, lógico si disminuye la oportunidad de negocio generada por la promoción urbanística.
Sexta, la despoblación está más garantizada que nunca.
Así, a bote pronto, todo parece indicar que será mucho peor el remedio que la enfermedad.
Y digo yo, que 133 hectáreas sobre 4 millones que hay en Extremadura, no serán tan imprescindibles para que nuestra región continúe siendo una de las mejor conservadas y de más biodiversidad de Europa.
Pueden que ganen los demandantes de la demolición. pero el coste económico y social será muy alto. Una victoria absurda que no merecerá la pena conseguir. La conservación debe ser una oportunidad y no un lastre.
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